martes, 18 de diciembre de 2007

Los genios de los troncos de Navidad

En todas las regiones de la tierra se cuentan historias o leyendas sobre seres misteriosos que representan a los espíritus de los bosques. Estos seres, semihumanos, vegetales, temerosos y huidizos, poblaban los bosques, y en el solsticio de invierno celebraban rituales y encantamientos para que el ciclo de la naturaleza se repitiera sin interrupciones. En las sociedades rurales los bosques eran sagrados, ya que en sus árboles vivían los genios benéficos, y los abetos siempre verdes representaben la inmortalidad.
La madera era preciosa y servía para mantener el fuego sagrado permanentemente vivo, calentaba los rigurosos inviernos y alejaba los malos espíritus. Cuando por fin el sol renacía, los espíritus de los bosques debían despertarse de su sueño invernal para efectuar los ritos mágicos relacionados con los árboles y estimular el despertar de la naturaleza. En Cataluña existe un antiguo ritual que debía garantizar una cosa tan importante como la continuidad de la vida sobre la Tierra; en Nochebuena los niños golpean enérgicamente a un tronco de madera, vestido con gorro y bufanda, para despertarlo de su sueño. El Tió, así se llama el tronco, al recibir los golpes se desvela y se desprende mágicamente de los dulces, regalos y frutos secos.

Tronco de Navidad con castañas y mermelada

Ingredientes:
100 g harina
80 g azúcar
3 huevos
1 vaso pequeño de ron
350 g castañas
75 g azúcar
60 g mantequilla
200 ml leche
1 vaso ron (vaso pequeño)
1 cucharada azúcar avainillada
150 g mermelada
1 pizca sal

Confeccionar primero el puré de castañas: pelarlas en una olla con agua fría poner al fuego y cuando hierva fuerte, retirar y quitarles la piel fina que las cubre. Echarlas de nuevo en otra olla con la leche caliente y la pizca de sal; dejar cocer hasta que estén blandas. Escurrir bien y pasar por un pasapurés. Reservar.
Poner en una olla 100 ml de agua y 75 g de azúcar para confeccionar un almíbar suave. Añadir la mantequilla al puré de castañas, mezclar bien; agregar el almíbar y el ron. Mantener tibia esta preparación.
Para la confección del bizcocho: poner en un bol las yemas de huevo y el azúcar, batir bien, agregar el licor y la harina pasada por un cedazo y mezclar bien. Añadir las claras previamente batidas a punto de nieve y revolver con movimientos suaves y envolventes.
Extender encima de una bandeja de horno dos hojas de papel vegetal para formar dos planchas de bizcocho (una para que sirva de base al tronco y la otra para el tronco). En uno de los papeles echar el preparado de bizcocho hasta forma una plancha de 22 cm de largo por 10 cm de ancho y en otro, otra plancha de 20 cm de largo por 18 de ancho.
Introducir en el horno y dejar cocer muy suave durante 25 minutos; debe dorarse ligeramente. Retirar y desprender el papel del bizcochuelo más ancho; untarlo primero con la mermelada de damasco y seguidamente con una buena capa de puré de castañas; enrollarlo y envolverlo en una servilleta para que no se deforme. Dejar enfriar. Retirar el papel del bizcocho más estrecho, untarlo bien con la mermelada, espolvorear con el azúcar avainillado y colocar en una fuente alargada. En el centro del bizcocho extender una capa de puré de castañas. Quitar la servilleta que envuelve el bizcocho enrollado, recortar los extremos y cubrir con una buena capa de mermelada, colocar este bizcocho encima del otro y cubrir con una espesa capa de castañas. Con las puntas de un tenedor formar estrías en la superficie para imitar las rugosidades que caracterizan la corteza del árbol.
La pasta de castañas al enfriarse se endurece, por tanto, se debe conservar tibia.

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