Dioniso, de origen tracio, se consideraba el dios de los árboles cultivados y el descubridor de todos los árboles. Los atenienses le rendían culto y abundantes sacrificios para que prosperasen los frutos de la tierra.
Este dios guiaba al labriego en la dura faena de sembrar. Inventó el arado tirado por bueyes y la aventadora era uno de sus símbolos: en una de sus leyendas se explica que fue depositado en una cuando nació.
Uno de los mitos de Dioniso explica que nació de una relación adúltera entre Zeus y Sémele y por esta razón fue victima de la venganza de Hera, la esposa celosa del padre del Olimpo.
Hera inculcó a Sémela dudas sobre la identidad de Zeus, y esta pidió al poderoso dios de manifestarle todo su poder de dios del Olimpo. Al hacerlo Zeus apareció entre llamas y rayos que abrasaron a Sémele. Sólo la pronta intervención de Hermes impidió que también pereciera el pequeño Dioniso que estaba en el seno de su madre al momento de su trágica muerte. Hermes lo extrajo del vientre materno y lo trasplantó en un muslo de Zeus, donde se quedó hasta el momento de nacer. Pero Hera, vigilante, intrigó a los Titanes para que lo atraparan recién nacido y lo despedazaran.
La abuela Rea se dirigió al reino de los Titanes, rescató los restos de su nieto, los recompuso y le devolvió mágicamente la vida. Después los vistió de mujer para que no se delatara y lo puso al cuidado de Ino, hermana de Sémele, y su marido Atamante.
Dioniso tuvo increíbles y múltiples aventuras, al final decidió establecerse entre los demás dioses como le correspondía. Bajó entonces a los infiernos para buscar a su madre y conducirla con él al glorioso Olimpo.
Por su relación con la ultratumba y por renacer dos veces, los secuaces de su culto lo llamaban Zagreo (el lacerado), y fue reconocido como dios de la naturaleza que desaparece y vuelve cada año. Los practicantes de su culto celebraban su resurrección cada año con mucho ruido. Arrojaban al agua del lago un cordero como ofrenda al vigilante de los muertos para que dejara salir a Dioniso del sub mundo y traer así la primavera a la Tierra.
Espaldita de cordero con costra de menta
Ingredientes para 4/6 personas:
Una o dos espalditas de cordero, dependiendo de su medida
3 o 4 cuchadas de miga fresca de pan blanco
3 cucharadas de salsa de menta
una cucharada de perejil picado
un diente de ajo picado finamente
sal y pimienta negra molida
Para la salsa de menta:
30 cc de aceite de oliva
2 dientes de ajo
15 g de menta fresca
100 cc de vinagre de vino o de manzana
200 cc de vino blanco
Comenzar preparando la salsa de menta:
Picar los ajos y la menta. Calentar una sartén, poner el aceite de oliva, el ajo picado y saltearlo un minuto. Añadir el vino blanco, el vinagre y dejar reducir hasta la mitad. Incorporar la menta picada, dejar reducir un poquito más, apagar el fuego y reservar.
Calentar el horno a 180º de temperatura, poner la espalda de cordero en una fuente, rociarla con un poco de aceite de oliva e introducirla en el horno caliente. Dejar cocer calculando unos 25 minutos por cada medio kilo de carne.
Mezclar las migas de pan con la salsa de menta hasta formar una pasta densa, añadir perejil picado y el ajo machacado, sazonar con sal y pimienta molida y reservar.
Treinta minutos antes de que finalice la cocción de la carne, sacarla del horno y embadurnarla bien con la mezcla de miga y menta. Bañar la carne con el jugo de cocción y volver a introducirla al horno hasta que termine de cocerse. Sacar el cordero cuando la costra esté bien dorada y la carne tierna.
Acompañar el plato con su jugo de cocción y más salsa de menta a parte.
domingo, 23 de marzo de 2008
Cocina de Semana Santa y Pascua de Resurrección: La resurreción del dios de los árboles cultivados
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