miércoles, 30 de enero de 2008

Roscas dulces: ruedas solares de las fiestas de Carnaval

El pueblo celta el 1 de febrero celebraba a Brigit, diosa del fuego —su nombre significa brillo— protectora del hogar, de los sanadores y poetas, de los nacimientos y de la inspiración. Febrero es el momento en que el sol empieza a recuperar su fuerza para calentar la tierra. Durante la conmemoración de Brigit se encendían las hogueras purificadoras y se practicaban los ritos paganos propiciatorios de fertilidad y un nuevo ciclo de vida.
Resultó tan popular la diosa del fuego celta, que todavía hoy se venera en Irlanda como Santa Brigida, protectora del ganado y de las granjas, del fuego y de las calamidades.
Los vestigios de antiguas fiestas del fuego y de la luz los podemos encontrar en la Candelaria, que celebra hoy en día la Iglesia Católica el 2 de febrero. Las velas encendidas sustituyen a las hogueras que se dedicaban a los dioses de la luz. Estos rituales expresan ahora, como antaño, el ancestral deseo de la humanidad de que la nueva energía creadora del sol purifique la vegetación y la humanidad, expulsando las tinieblas y las influencias de la muerte, que impedirían la renovación de la naturaleza en la primavera que se acerca.
La simbología solar tiene un importante papel en las complejas fiestas carnavalescas del mes de febrero. Las formas redondas o de ruedas siempre fueron consideradas de buenos auspicios, ya que recuerdan al divino astro solar, imprecindible para la vida. Esta sería la razón por la cual se repiten las mismas fomas circulares en los numerosos buñuelos y frituras, roscos y tartas, que acompañan las alegres celebraciones.

Roscas de carnaval
(España)


Ingredientes:
9 huevos
3 sobres de levadura en polvo
1/4 l agua con anises cocidos
500 g azúcar.
un vaso de aceite de semillas
zumo de un limón y una naranja
cáscara de un limón frita en el aceite.
1 1/2 Kg de harina.
1/2 copa de aguardiente o de anís.
azúcar en polvo o un poco de chocolate fundido

Freír en aceite la piel del limón a baja temperatura. Dejar enfriar.
Batir los huevos, echar el aceite tibio —donde se había freído la cáscara del limón— y el agua con los anises cocidos. Añadir la mitad de la harina y mezclar todo. Unir la levadura, el zumo de limón y de naranja, la harina que quedó, el aguardiente o anís.
Amasar bien y por último añadirle la cáscara del limón, frita en aceite y picada.
Formar unas roscas y freirlas en abundante aceite caliente.
Sacarlas cuando estén doradas y ponerlas a escurrir en papel de cocina.
Espolvorear con azúcar en polvo y servir tibias. Los amantes del chocolate seguramente preferirán las roscquillas decoradas con chocolate fundido. Recomiendo hacer las dos versiones, seguramente se acertarán los gustos de todos.

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