lunes, 4 de febrero de 2008

El aristocrático Carnaval de Venecia

El carnaval de Venecia tiene personalidad propia, magia propia, y va más allá de la turística imagen de la nariguda máscara del doctor de la peste que abarrota los talleres de la ciudad. Antaño el carnaval ya constituía una de las fiestas populares más apreciadas por los ciudadanos. Ya en el siglo XI, cuando Venecia era una potencia temida y triunfaba en el Mediterráneo, ya existía el Carnaval Veneciano, pero no fue hasta 200 años más tarde cuando se declaró festividad pública.
Celebrar el carnaval en la "ciudad de la laguna" suponía antiguamente una especie de cantar de gesta; en él se utilizaban acontecimientos históricos como fuente de inspiración, de forma que historia y realidad se mezclaban y confundían, formando parte de un único ingrediente festivo. Sucedió así con la victoria sobre los turcos —derrotados en 1571 en la batalla de Lepanto— de la Serenissima en alianza con España y el Estado Pontificio, que sirvió de motivo para los carnavales del año sucesivo. Pero es en el siglo XVIII cuando el Carnaval de Venecia logra su máximo apogeo. Aristócratas y acaudalados acudían a la ciudad de la laguna para divertirse y disfrutar de la riquísima estación lírica programada durante las fechas. El esplendor y éxito del carnaval se hundió más tarde con la decadencia de la ciudad. Con su pérdida de poder se perdió también la vida intensa y exagerada de sus ciudadanos y, hasta hace tan sólo veinte años, no se pudo recuperar la rica tradición carnavalesca de la vieja Serenissima.

"Frittole veneziane"
(Italia)


Ingredientes:
25 g de levadura de cerveza
200 g de leche
300 g de harina
3 yemas de huevos
1 huevo entero
50 g de azúcar
250 g de mantequilla
50 g de piñones
150 g de uva sultana
2 cucharada de "grappa" (u orujo)
aceite para freír
azúcar en polvo

Disolver la levadura en un poco de leche tibia junto a dos cucharadas de harina, mezclar bien y dejar fermentar en un lugar tibio.
En un bol poner la harina y la leche restante, el huevo entero más las 3 yemas, la mantequilla fundida y tibia, una pizca de sal y remover bien la mezcla. A continuación, añadir los fermentos preparados, que habrán doblado de volumen, y trabajar todos los ingredientes un ratito. Unir los piñones, la uva sultana, la "grappa" (u orujo) e integrarlos bien en la masa.
Dejar reposar el preparado en un lugar tibio y cubierto con un paño, durante una hora.
Pasado el tiempo indicado, calentar abundante aceite en una sartén, coger la pasta con una cuchara y con otra cuchara ayudaros a despegar la masa haciéndola caer en el aceite, con cuidado. Freír los buñuelos pocos a la vez y sacarlos cuando se presenten de un bonito color dorado. Una vez acabada la tarea de freírlos todos, disponerlos en un plato de servir formando una pirámide, espolvorear con azúcar en polvo y llevar a la mesa.

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