La sémola de trigo duro con que se preparaba la pasta en las zonas meridionales (los romanos importaban el trigo de Egipto y de Sicilia), no se podía encontrar fácilmente en las regiones del centro-norte a causa del clima más húmedo y frío, más favorable para el cultivo del trigo tierno. Generalmente la “lagana” se preparaba indistintamente con harina de trigo duro amasado sólo con agua, o con trigo tierno, a la que se integraban huevos para dar más consistencia y elasticidad a la masa. El sistema de preparar ese tipo de pasta no ha variado a lo largo de los siglos y actualmente se prepara de la misma manera: la harina y agua empastata más bien durita, se estira en hojas finas que se cortan después en grandes rectángulos, cuadrados o rombos. De estas antiguas lasañas derivan los demás tipos de pastas cortadas en cintas, más o menos gruesas, como: “papardelle”, fettuccini”, tagliatelle, tagliolini, trenette, mafaldine, y una infinidad de variaciones más.
Para preparar pasta fresca de harina y huevos
Ingredientes para 4 personas:
450 g de harina
3 huevos
½ cuacharadita de sal

Batir bien con un tenedor los huevos incorporando poco a poco la harina. Continuar con esta acción hasta que la masa ya no se presente líquida, entonces dejar de trabajarla con el tenedor y utilizar las manos para amasarla. Trabajar un buen rato con fuerza durante almenos unos 10


A este punto se puede cortar la lámina para lasaña en rectángulos grandes, en tiras más menos anchas para fettuccini, o utilizarla para rellenar, y preparar así gustosos raviolis o tortellini.
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